He comenzado a seguir el blog de Suso, un estudiante de veterinaria con amplia formación en etología canina que presta sus servicios de modificación de conducta en Valencia.
Os reblogeo una de sus publicaciones que toca un tema espinoso: el castigo.
Como psicóloga en ciernes, mi opinión sobre el castigo es bastante más benévola que la de la mayoría de la gente en general y la de los animalistas en particular.
Últimamente las corrientes de adiestramiento canino se intentan diferenciar del adiestramiento «tradicional» por ser «positivas» y carentes de castigos. Pero ¿es eso realmente posible? ¿Gestionamos nuestro lenguaje corporal y nuestras emociones de forma tan aséptica que podemos garantizar no dar jamás un estímulo aversivo a nuestra mascota?
Mi opinión es clara: es imposible. El castigo es una forma de aprendizaje que evolutivamente ha sido más que útil. Que sea difícil de aplicar y controlar debería suscitar o un debate ético más intenso o un mayor estudio y práctica para su correcta aplicación (o ambas cosas!). Sin embargo, la corriente actual parece querer hacer creer que es posible educar a un perro sin decirle nunca un «no». Por muy neutro que sea nuestro tono de voz, ¿lograrás controlar tu estado de ánimo en todas las circunstancias de la vida junto a tu perro y no gritarle un día un «NOOOO»?
Mi concepto de castigo es más bien el de corrección. Y por supuesto opuesto a maltrato, dolor o sufrimiento físico o psicológico. Sin embargo yo sí uso collar en lugar de arnés y no por ello hago daño a mis perros ni a ningún perro. Si un perro me toca con la boca, yo le toco con la mano o el pié; una corrección leve con la correa precedida de un «no» y seguida de una parada, forma parte del adiestramiento para que dejen de tirar al pasear. He usado Haltis y los volveré a usar cuando crea que están indicados. Y también utilizo el refuerzo positivo, el negativo, las señales de calma, los juegos cognitivos y todas aquellas herramientas que voy aprendiendo a utilizar y que compruebo que pueden ayudar a un perro.
En definitiva, os invito a leer el artículo que publica Suso y en el que publico una amplia respuesta. Pero sobre todo os invito a reflexionar y opinar.
Un saludo a todos!
Gracias por enlazarme 🙂
Cuando en el post se habla de castigo se refiere a castigo que suponga intimidación o dolor.
Creo que educar a un perro sin este tipo de castigos es perfectamente posible, y una modificación de conducta también. Ojo, puede ser muy complicado y probablemente cometeremos errores.
Por último te enlazo un artículo que también trata este tema
http://www.lealcan.com/adiestramiento-perros/adiestramiento-en-positivo
Muy bueno este artículo! Me alegra que lo compartas aquí.
Puntualizo dos cosillas:
El castigo negativo es castigo y ha de aplicarse con la misma contingencia que el positivo si queremos extinguir la conducta. Si no no sirve de nada y también estaremos reforzando el comportamiento no deseado. La dificultad a la hora de aplicarlo radica en la contingencia, una vez más.
En cuanto a imponer límites ignorando conductas no deseadas, todavía no he encontrado adiestradores con paciencia infinita y que se abstraigan de su naturaleza humana. Mostrar firmeza ante un perro a la hora de aplicarle una corrección no es maltratarlo. Como bien se explica en el artículo, existen muchas alternativas al uso del castigo, pero si puntualmente se utiliza y se hace bien, su utilidad está respaldada por miles de años de evolución. Si no no hubiese «sobrevivido» como mecanismo de aprendizaje.