Lobo se recupera en Pico Chaparral

Conocí el caso de Lobo hace apenas una semana cuando Nieves, de Nueva Vida me llamó para preguntarme si podría tenerlo en mi casa para ayudarlo a recuperarse.

Lobo había sido adoptado hacía dos meses por una pareja jóven. El perro había comenzado a mostrar ansiedad por separación, a ladrar a cualquier extraño por la calle, no permitía que nadie ajeno entrase en casa. El propietario, Moisés, aún podía sacarlo a pasear, pero con Susana era imposible. Tenían mucho miedo a que mordiése, incluso a ellos mismos. Les estaba destrozando la casa. Nieves me contó que cuando fué a visitarles nisiquiera a ella, que había  tenido contacto con él durante su estancia en Nueva Vida, la reconoció y la ladró de una forma muy preocupante. Me dijo que había que sacar el perro de allí una temporada.

Actualmente no puedo hacerme cargo de otra acogida, de modo que sugerí hacer una visita a Moisés y Susana para ver el problema in situ y también consultar con Luis, de Pico Chaparral, un colaborador habitual de distintas protectoras y experto educador canino con una dilatada trayectoria profesional. De modo que ayer domingo quedamos los cuatro para ir a Pico Chaparral a realizar la consulta con Luis.

Cuando Moisés y Susana bajaron al portal con Lobo era evidente que la situación era límite. Ellos dos no podían más: sus caras reflejaban cansancio, frustración, agobio y desencanto. Lobo, llevaba el bozal puesto, se movía erráticamente, rápido, tirando de la correa y ligeramente pegado al suelo. Sus pupilas estaban dilatadas, los ojos muy abiertos. Nada más vernos empezó a ladrarnos; era un ladrido corto, grave y repetitivo. Reculaba y volvía a avanzar, con los cuartos traseros ligeramente bajos, pero sin meter el rabo entre las patas. Miré hacia otro lado y me giré ligeramente dándole el costado. Dejó de ladrarme y siguió su errático divagar hacia otro lado. Le dije a Nieves que seguramente hubiese mordido si se hubiese sentido más acorralado. Estaba ansioso y muy inseguro.

A una hora y media de Madrid aproximadamente, se encuentra la Residencia y Escuela Canina Pico Chaparral. Hasta ayer, no había ido ni conocía a Luis personalmente. Pero sólo había oído cosas buenas de él y su escuela tanto a través de Nueva Vida como de Galgos112, la protectora y ONG con las que colaboro más estrechamente. Siempre que he creído que algo me quedaba grande, he recomendado éste lugar. Y hasta donde me ha llegado el feedback, la experiencia ha sido muy positiva. De modo que no quise perder la oportunidad de conocer por fin Pico Chaparral, sus instalaciones y, sobre todo, a Luis y su manera de trabajar.

Nada más llegar entramos en una de las pistas donde Luis armado con salchichas, comenzó a evaluar a Lobo. Tras unos minutos de paseos el diagnóstico fue claro: Lobo estaba inseguro. Era un perro acostumbrado a vivir con perros y por sí solo se sentía incapaz de afrontar los cambios que se le habían planteado. Vivía en un contínuo estado de estrés, inseguridad y miedo. Todo esto hacía sus reacciones bastantes imprevisibles.

Pasamos unas dos horas haciendo ejercicios con él: desensibilizándole ante la proximidad de humanos, estimulando su olfato, premiando su curiosidad hacia nosotros, etc. Los planteamientos de Luis son claros y de sentido común. A mí todo me cuadraba. Lo que vi y experimenté es que fundamentalmente premiamos las conductas apropiadas guiando al perro hacia las conductas objetivo. Ignoramos las conductas erróneas, que tenderán a extinguirse. Sin embargo hay ocasiones en las que ha de enseñarse que determinadas conductas tienen consecuencias y para ello se aplica una corrección precisa. El objetivo principal es que el perro se comporte como un perro.

Conocimos a Blanquito y Pluma, que vinieron a la pista para mostrarnos cómo se puede recuperar un perro que ha estado mucho peor que Lobo. Son perros cariñosos y muy felices que vienen a saludar a los humanos con alegría y confianza. También conocimos al pequeño Nemo; un pequeñajo que iba a ser sacrificado por agresivo y que se mostró adorable con nosotros cinco a pesar de invadir su chenil.

A veces no entendemos que los perros son animales, seres vivos que cambian en virtud de las circunstancias que viven. Un perro no es de ésta o aquella manera. Un perro se comporta de ésta u otra manera en función del entorno. Nemo vivía con su propietario, un anciano que tuvo que ir a una residencia, y el cambio fue para él tan grande que su forma de reaccionar fue agrediendo. Luis le enseño cómo vivir con sus nuevas circunstancias y ahora Nemo podría tener una nueva oportunidad.

Lobo tendrá que ganar seguridad en sí mismo, relajarse, ser curioso y aprender a gestionar las novedades de otra forma. Pero todo eso será dentro de unas semanas, después de que Luis haya trabajado junto a él y le haya «explicado» como él sólo sabe hacerlo que no tiene nada que temer.

Espero que Moisés y Susana decidan esperar por Lobo, pero tanto si es así como si no, confío en que Lobo tendrá finalmente una vida mucho más relajada, feliz y llena de experiencias.

Agradezco enormemente a Luis su atención y dedicación a los perros; aprendí mucho en mi visita. Tan absorta estuve que no hice ni una sola foto. Las he tomado prestadas de la red. Espero que no os importe.

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