Casi todo el mundo que tiene un perro, ha oído hablar de la sociabilización. Sin embargo poca gente consigue sociabilizar a su perro de la forma adecuada, algunos lo hacen sin darse ni cuenta y otros se esfuerzan tanto que acaban estresando a su perro.
Si buscáis en internet sobre sociabilización de perros encontraréis infinidad de artículos y webs que os hablan sobre cómo sociabilizar a un cachorro y si seguís sus consejos, los de la mayoría de ellas, conseguiréis que vuestro perro aprenda a relacionarse con su entorno de una forma adecuada. Pero, ¿qué forma es esa? ¿Cuál es el objetivo real de la sociabilización? ¿Sólo aprenden a ser sociales los cachorros? ¿Y si adopto un perro adulto?

El objetivo de la sociabilización es que nuestro perro se adapte a su entorno, pero también que gane confianza y sea capaz, en un futuro, de explorar y adaptarse a los cambios y a aquellas situaciones novedosas con precaución, curiosidad y confianza, de manera que no termine teniendo miedo o atacando a cualquier estímulo “nuevo” como un ladrillo en la calle, una persona con sombrero, un plato que se cae y se rompe, un perro de una raza, forma, tamaño, olor o comportamiento extraño para él o ella hasta el momento, un niño que corre hacia él para acariciarlo, etc.

Es importantísimo entender que por mucho que sociabilicemos a nuestro perro, eso no significa que podamos despreocuparnos de él y dejarlo sin supervisión en alguna situación, ni que la sociabilización se dé por terminada en algún momento; de hecho la sociabilización es un proceso que durará toda la vida de nuestro perro y es nuestra responsabilidad servirles de guía cuando se encuentren ante nuevas situaciones que les sean difíciles de gestionar. Eso es en realidad lo que significa ser líder.
¿Y cómo lo hago? ¿Cuál es la forma correcta? ¿A cuántos estímulos lo expongo?
Con un cachorro es “más fácil”. Ojo, es más fácil hacerlo bien y también meter la pata. Durante los cuatro primeros meses son confiados, no les da miedo experimentar con todo lo que se encuentran. Por eso es el mejor momento para acostumbrarlos a todo tipo de cosas. Si además, como es lo más adecuado, han pasado los dos primeros meses con su madre y hermanos, ya vendrán con muchas cosas aprendidas. Muchas escuelas caninas de adiestramiento en positivo hablan de evitar experiencias negativas a nuestro perro; si estamos hablando de ser responsable y no llevarlo suelto para que no lo atropelle un coche estoy de acuerdo. Pero excepto que estemos en un laboratorio será muy, muy difícil controlar el tipo de experiencias que tenga nuestro perro. Además, el umbral de sensibilidad de nuestra mascota es diferente al de los demás perros, es decir, hay perros más sensibles a sonidos fuertes, perros más inseguros, etc. Lo importante entonces no es tanto tratar de llevar a nuestro perro entre algodones, sino, dentro de lo que marca el sentido común, exponerlo a todo tipo de situaciones cotidianas y no hacer una tragedia de cualquier pequeño percance que pueda sufrir. El ejemplo típico es el del bebé que se cae cuando aprende a caminar. Los bebés, en la mayoría de las ocasiones que experimentan algo nuevo (una caída, un sabor, etc.) y no saben cómo reaccionar, miran a sus padres para ver cómo reaccionan ellos e imitarles: buscan una referencia. Exactamente lo mismo hará nuestro perro. Los perros son maestros leyendo el lenguaje no verbal, ¡no lo olvides! Así que ahórrate las palabras; ¡la mayoría de las veces sólo les confundimos con ellas! Extrapolándolo al mundo del perro: si nuestro cachorro, por ejemplo, se acerca a un perro mayor, el típico tranquilón anciano, y empieza a incordiarle para jugar, lo más probable es que, tras mucha paciencia, llegue un momento en que el perro mayor le eche de su lado gruñendo o ladrando y empujándole con el hocico de forma brusca (es su forma de decirle “ya has acabado con mi paciencia; déjame en paz”). El cachorro buscará refugio rápidamente entre tus pies. ¿Y qué harás tú? Si lo coges y lo abrazas y le hablas en plan “¡¿Qué te han hecho a ti, mi vida?!” estás reforzando el miedo y la inseguridad que siente en ese preciso momento; si te lo llevas porque piensas que el otro perro lo ha agredido y no vuelves a dejar que se acerque a ese u otros perros semejantes estás enseñando a tu perro que esos perros no son de fiar (¡se lo estarás diciendo con tu lenguaje corporal cada vez que os lo crucéis!) y probablemente en el futuro termine por ladrarles, tirar como un loco hacia ellos como si se los fuese a comer, huir de ellos o reaccionar de cualquier otra forma ante ese perro o perros similares. Pero si no le dices nada y si pasados unos segundos ves que no vence su miedo por sí solo y le empujas suavemente con el pié para que abandone su “refugio” y siga explorando (igual que haría su madre con el hocico) hasta que se olvide del incidente y vuelva a lo suyo, le estarás enseñando que ese percance significa que cuando un perro te ignora, lo que quiere es que le dejes tranquilo y, si no lo haces, te lo dejará más claro. Si no lo aprende en ésta primera experiencia lo aprenderá la siguiente vez que de la turra a un perro menos juguetón que él; es lenguaje canino.

Mi perro Luca, fue adoptado con cinco meses. Venía de una zona rural y por sus reacciones al llegar aquí nunca había visto tantas luces, tráfico, ni oído tanto ruido. La primera vez que encendí la tele la lamió durante 10 minutos. Le dejé hacerlo. En el parque, junto a una avenida con bastante tráfico, nos pasabamos horas sentados en la hierba, mirando los coches. Le resultaban muy curiosos. Cuando pasaba una moto o el camión de la basura, mucho más ruidosos, pegaba un bote en el sitio y me miraba. Pero yo permanecía tranquila. Nunca le “expliqué” con palabras que aquello eran coches y que no ocurría nada. Me limité a permanecer a su lado, sentada en el césped sujetando la correa relajada, observándole. Después de un rato, me levantaba y volvíamos a casa tranquilamente. Hoy por hoy Luca es un perro que no se inmuta ni con los fuegos artificiales, ni las vuvuzelas de la bendita Eurocopa.

Habituar a nuestro perro, acostumbrarle, a aquellas cosas que se va a encontrar en su vida cotidiana, ni más ni menos. Eso es lo que tenemos que hacer. El ascensor, la familia, la gente, los objetos y cachivaches, los ruidos, el veterinario, que lo toquen por todo el cuerpo meticulosamente, que lo encierren en un transportin o jaula, viajar en coche, subir y bajar escaleras normales y mecánicas, saltar obstáculos… la lista puede ser infinita. Así que la única persona que puede hacerse una idea de a qué tendrá que enfrentarse tu perro en su día a día eres tú. Sin embargo hay unos mínimos que facilitarán muchísimo la vida de tu perro y la tuya y merece la pena invertir en ellos todo el tiempo que puedas. Si tienes un cachorro, juegas con ventaja, pero no te despistes: aprenden muy fácilmente, ¡lo bueno y lo malo! Si has decidido traer a tu vida un perro adulto, ¡gracias y enhorabuena! ¡Un perro nunca deja de aprender! Con constancia y dedicación seguro que consigues acostumbrarle a esas cosillas que no le gustan o le dan miedo! Además de la habituación, podemos utilizar otra técnica de aprendizaje, el condicionamiento instrumental con refuerzos positivos para que asocie estas nuevas experiencias a cosas ricas como salchicas, queso, caricias, etc.
¡Vamos a ello!
- Acostumbra a tu perro a utilizar su olfato; para un perro el olfato es como para nosotros la vista. Es su sentido más potente y desarrollado. Para ellos es más fácil reconocer las cosas si pueden olerlas. Se sentirá más seguro en su entorno si puede explorarlo con el olfato que con cualquier otro sentido. En lugar de despertar a tu perro con una caricia, ¿por qué no lo despiertas con el olor de un trozo de queso o salchicha? Haz juegos de olfato con él desde el primer día. Deja que huela las cosas, los traseros de los perros, las entrepiernas de la gente (aunque para nosotros sea embarazoso, para ellos el momento de aprender qué tienen en común los perros o las personas por su olor; más adelante le enseñaremos que puede oler a la gente de lejos sin meter el hocico debajo de las faldas!)

- Lleva a tu perro a todas partes contigo siempre que puedas. Si vives en un país como España, te será más difícil. Pero la mejor manera de sociabilizar a un perro con el entorno es llevarlo a todas partes con nosotros. Así se acostumbrará a los lugares, personas, objetos y sonidos que nosotros frecuentamos y que nos son habituales; de ese modo también pasarán a serlo para él. Todo ha de ser normal. Aunque nos hagan gracia sus reacciones no debemos hacérselo notar, ni hablarle para explicarle nada (que no entienden las palabras!), ni acariciarlo. Simplemente acompáñalo en sus descubrimientos con calma y tranquilidad. Él aprenderá de ti. Por supuesto, llévalo con correa; los perros, sobre todo en las ciudades, deben ir atados por muy obedientes que sean; recuerda que tu mascota es tuya y no debes imponérsela a nadie. Cuanto antes se acostumbre a la correa y collar, antes le podrás enseñar a no tirar de ella y a responder cuando le llamas.
- Tarde o temprano tu perro tendrá que aprender a quedarse sólo de modo que acostúmbrale desde el primer día que llega a casa que hay momentos para la soledad y no pasa nada malo por ello. Es útil contar con un transportín, jaula o parque de tamaño adecuado a su tamaño adulto donde le enseñemos a permanecer por cortos periodos de tiempo y durante la noche. No lo veas como un encierro, porque se lo transmitirás al perro; en realidad a ellos les gusta refugiarse en “madrigueras” (debajo de sillas, mesas, camas…), ahí se sienten seguros. Si les proporcionamos una desde el principio y les enseñamos a estar ahí tranquilos tendremos muchas cosas ganadas a la hora de dejarlo sólo para ir a trabajar, o llevarlo en el coche, o para indicarle su lugar de descanso donde quiera que nos desplacemos con él. Tener a tu perro pegado a tus pies todo el día puede parecer muy tierno, pero puede convertirse en una relación de apego mal establecida que derive en ansiedad por separación, dependencia, inseguridad, etc. Enseñar a tu mascota a ser independiente es mucho más positivo a largo plazo y no significa que les hagamos sufrir para conseguirlo. Es como enviar a tu hijo a la cama; si por él fuese estaría jugando hasta las tantas, pero hay que enseñarle que hay una hora y un lugar para dormir. Al principio a lo mejor llora porque no quiere irse a la cama, pero con el tiempo y paciencia aprenderá que es lo que toca y que hay un momento para cada cosa.

- Acostumbra a tu perro desde el primer día a ser manipulado. Todos acariciamos a nuestro perro; la cabeza, detrás de las orejas, el lomo, etc. Pero cuando llega la hora de cortarle las uñas, ponerle el termómetro, mirarle el interior de la boca o los oídos, muchos se asustan porque nunca lo han experimentado antes. La cosa se agrava si además esperamos a que estén enfermos, tengan una infección o dolor para hacerlo. Lo mismo ocurre con el baño o la peluquería canina. Así que no esperes a que necesite éstas cosas para acostumbrar a tu perro a ser manipulado: ábrele la boca y mira bien sus dientes, toca sus encías, mira sus ojos, separa levemente el párpado para ver la conjuntiva, revisa sus oídos y límpiaselos a menudo, revisa sus manos, acaricia sus dedos y uñas, también entre sus dedos, revisa los espolones (siempre se nos olvidan!!!), revisa que no tenga cuerpos extraños entre las almohadillas (espigas, piedrecitas, cristales, chicles…), acaricia y rasca sus patas, sobacos, ingles, pecho, barriga, revisa y limpia sus genitales y ano, levántale el rabo y acaríciaselo hacia arriba. Sé minucioso y si ves que algo de esto incomoda a tu perro insiste hasta que se acostumbre. Puedes hacerlo mientras lo acaricias o masajeas, mientras lo cepillas, puedes hacerlo con premios, pero siempre relajado. Se supone que es una actividad para relajarse. ¿O es que a ti no te gusta que te acaricien, te rasquen y te sobeteen? También puedes llevar a tu perro al veterinario para revisiones rutinarias para que se acostumbre a que lo toquen íntimamente otras personas; pide a tu veterinario que te enseñe a cortarle las uñas o limpiarle los oídos si no sabes hacerlo. Además, estar pendiente del estado externo de tu perro, puede ayudarte a ahorrar mucho en veterinario y te proporcionará grandes momentos de relax con tu mascota.

- Y recuerda que la socialización no termina jamás. Siempre habrá cosas nuevas con las que tu perro no se ha topado nunca. Suele ser fácil darse cuenta porque disparan su curiosidad. Déjale explorarlas, siempre que no sean cosas peligrosas claro, con toda normalidad, acércate tú también haciéndote partícipe de su descubrimiento y pon fin a la actividad sin darle mayor importancia (¡no puede estar tres horas explorando o ladrando a un ladrillo!) cuando el perro esté tranquilo con la nueva experiencia.
¿Cuál es tu experiencia con la sociabilización de tu perro? ¿Hay algo a lo que creas que tu perro nunca se acostumbrará? ¿Tienes algún truco o estrategia que quieras compartir con nosotros?